27 de enero de 2025
Hace un par de semanas, comencé un nuevo trabajo, y al parecer, la suerte ha decidido ponerme a prueba. Todo empezó con un dolor en la mano izquierda que subía hasta el codo. Decidí ir a la mutua, pensando que allí encontraría la solución. Pero no, me dijeron que ellos solo atienden accidentes laborales con contusiones o lesiones y que lo mío era para atender con el médico de cabecera. Cinco minutos de reloj demoró la consulta...
El médico de la mutua, con su sabiduría infinita, me recetó un antiinflamatorio y me dijo que probablemente era tendinitis. «Reposo, hielo y antiinflamatorio», me dijo. Fácil, ¿verdad? Pues no tanto. Así que, con el brazo dolorido, me dirigí a la médica de cabecera, sin embargo, en el ambulatorio de mi casa me dijeron que hasta dentro de semana y media no me podían atender porque la médica no estaba y no había sustitutos. ¡Perfecto!
Volví al trabajo, y como era de esperar, el otro brazo empezó a resentirse. Decidí ir al ambulatorio del pueblo de al lado, pero allí solo me podía ver la enfermera. Así que, con ambos brazos doloridos, me dirigí a urgencias del hospital. Allí me preguntaron si me parecía urgente. «No, pero tampoco puedo estar tanto tiempo sin una solución», les dije, y me enviaron a la urgencia del centro de la ciudad. Allí me atendieron, pero me dijeron que la mutua tenía que haber actuado y que necesitaba reposo. Si quería una baja, tenía que ir a la médica de cabecera. ¡Genial!
No estoy buscando una baja, solo una solución antes de que la «tendinitis» se agrave. Así que, hablo con el técnico de riesgos laborales de la empresa y me gestiona una segunda opinión. Para ello envía más datos y le contestan al día siguiente que están de acuerdo con la primera valoración. A mi nadie me ha valorado realmente, ni me han hecho ninguna prueba de ningún tipo. Con lo cual solo se me ocurre pedir cita para un reconocimiento médico y en ello estoy! Sin embargo, he de decir que mi jefe de taller ha decidido quitarme de ese sitio y ponerme en otro menos crítico para mi salud. Así que, después de tanto ir de un lado para otro, al final he conseguido bajar el esfuerzo de brazo y salvar la situación, por lo menos de momento! Crucen los dedos por si acaso!!!
Recuerda: la paciencia es una virtud muy necesaria!. Además de la queja, tiene que haber una acción para provocar un resultado diferente…
¡Hasta la próxima edición!
Con gratitud,
Natalia P.V.