Me he sentado, he puesto mis piernas en medio loto, espalda erguida y mentón hacia dentro.
No he asistido a ningún curso sobre meditación, pero sé las cosas básicas, ¡siéntate y respira!. Nadie te dice lo difícil que es simplemente respirar, sentir todo eso que tu cuerpo grita, mientras lo ignoras con las redes sociales , el azúcar, la televisión, las prisas…
Me siento cada dos o tres días, y me veo, veo el caos en mi cabeza. Pasado y futuro vienen a mi cabeza con imágenes y sensaciones, y me pregunto ¿qué sentido tendrá eso? reflexiono, igual esas experiencias me ayudan a conseguir tomar mejores decisiones en el futuro, igual aún no me he perdonado por aquello que hice mal, aquello de lo que no fui consciente. Este momento me conecta con la consciencia, con darme cuenta del paso del tiempo. Hay personas qué creen en vidas pasadas (práctico el no juicio, aunque me entren dudas), y yo me digo a mi misma,que a lo largo de mis 35 años he sentido que he vivido muchas vidas en esta corta experiencia ,¡qué intensa la vida!, jodidamente maravillosa…
Vamos viviendo etapas que son como las estaciones, cada una te enseña algo.
Infancia: juego, inocencia, magia y asombro.
Adolescencia: ingenuidad, alegría y comunidad.
Juventud: responsabilidad, conocimiento y experiencia.
Adultez: consciencia, perspectiva y sabiduría.
Cuando me siento y respiro, entreno/adquiero una herramienta, y es anclarme al PRESENTE, qué significa eso, que encuentro que hay momentos de silencio en mi mente, qué probablemente sean segundos, pero qué alivio por esos pequeños instantes. No hay juicio, no hay cansancio, no hay nada, solo gozo de existir.
Y por qué digo herramienta…porque cuando voy en el autobús, tengo un conflicto, o siento alguna emoción desagradable…cierro 10 segundos los ojos y respiro y me conecto con esa nada qué es el presente. Que quiere decir; que la/el otr@ cuando entra en conflicto conmigo no significa que no me quiera, sino que está pidiendo su necesidad que es tan legítima como la mía, que el otr@ no está para cubrir mis necesidades, sino que yo misma me las proporciono y pido ayuda si lo considero. Que yo soy responsable de mi bienestar, y eso es fascinante, liberador y empoderante.
En la inmensidad de la calma de mi mente, siento que hay bondad en mi corazón y que todo es un dar y recibir, que lo que doy vuelve a mi multiplicado, y que si siento agradecimiento, ya tengo todo lo que necesito.
Feliz bien-estar.
Mai.