Cuando la comunicación no se ve, pero se siente
Hay palabras que no se dicen. Silencios que pesan. Gestos que hablan más que cualquier frase. La comunicación no siempre ocurre con la voz. A veces, aparece en una mirada, en un silencio compartido, en un “estoy aquí” sin necesidad de decirlo.
“La comunicación no siempre es hablar. A veces es una mirada, un silencio, un gesto, un mensaje, un ‘te veo’, un ‘te reconozco’, un ‘te valido’. Y cuando se comunica desde ahí, cambia todo.”
Hablar de comunicación efectiva es ir más allá de técnicas o manuales. Es poner en el centro la presencia, la escucha y el reconocimiento. Y esto no solo transforma los vínculos personales: también marca la diferencia en los entornos profesionales.
En las empresas, la calidad de la comunicación impacta directamente en el clima laboral, la motivación y los resultados. Un buen feedback, dado desde el respeto y la claridad, puede abrir caminos, prevenir conflictos y fortalecer equipos. Por eso, la formación en habilidades comunicativas no es un lujo: es una necesidad.
En muchas organizaciones se habla de “mejorar la comunicación”, pero se confunde con transmitir información en una sola dirección. Se implementan canales, apps o herramientas que solo permiten enviar mensajes, pero no recibirlos. No hay espacio para opinar, preguntar o devolver una palabra. En el mejor de los casos, se puede reaccionar con un emoticono.
Pero la comunicación real es bidireccional. No es solo hablar, es también dejar hablar. Escuchar, responder, construir en conjunto. Una herramienta que no permite el diálogo puede ser útil para informar, pero no para conectar. Y sin conexión, no hay comunicación efectiva… ni vínculo humano que la sostenga.
Escuchar para comprender. Comunicar para construir. Validar para transformar.
Cambia tu mirada hace ahora una pausa veraniega. El programa de radio se detiene por un tiempo, y esta newsletter también. Después del descanso, volverá el espacio de reflexión y conexión, con nuevas miradas y temas para seguir creciendo juntas.
Gracias por seguir ahí.
Con gratitud,
Natalia P.V