Desde que me embarqué en esta travesía emprendedora hace más de un año, he vivido situaciones de lo más increíbles. Pero ninguna como la odisea de los azulejos para el baño del local.
Todo comenzó una mañana soleada, cuando mi compañera y yo decidimos que era el día perfecto para comprar azulejos. Lo que no sabíamos era que estábamos a punto de embarcarnos en una misión digna de una película de comedia.
Primero, llegamos a la tienda y, por alguna razón, no logramos hacernos entender con el vendedor. Parecía que hablábamos idiomas diferentes, y no precisamente porque estuviéramos en un país extranjero. Después de varios intentos fallidos, finalmente conseguimos que nos vendieran unos azulejos… que resultaron no ser los correctos.
No nos desanimamos y seguimos adelante. Nos enviaron a dos pabellones diferentes, y cada vez que pensábamos que habíamos llegado, resultaba ser el lugar equivocado. ¡Parecía una broma del destino!
Finalmente, cuando por fin teníamos los azulejos correctos y estábamos listos para recogerlos, nuestro coche decidió que era el momento perfecto para quedarse parado justo en la entrada del lugar. Llamamos a la grúa, y cuando llegó, acordamos dejar el coche en un taller que estaba a no más de cinco minutos. Fácil, ¿verdad? Pues no.
El conductor de la grúa se perdió, y para colmo, mi ordenador se había quedado en el coche y el taller de reparaciones estaba a punto de cerrar. ¡Un día redondo! Después de una serie de peripecias, finalmente logramos llegar al taller, encontrar al conductor de la grúa y recuperar mi portátil.
Al final del día, nos reímos de la situación. Porque, ¿ qué más podíamos hacer? Ser emprendedora es una montaña rusa, y a veces, solo queda disfrutar del viaje, incluso cuando parece que todo va en contra.
Querida persona emprendedora…la vida está llena de desafíos y sorpresas. A veces, las cosas no salen como las planeamos, y nos encontramos en situaciones que parecen sacadas de una comedia de enredos. Sin embargo, estos momentos son los que realmente nos enseñan a ser resilientes y a encontrar soluciones creativas.
El día que pasamos buscando azulejos y lidiando con grúas perdidas fue un recordatorio de que, aunque no podemos controlar todo lo que nos sucede, sí podemos controlar nuestra actitud. Reírnos de las dificultades y verlas como oportunidades para aprender y crecer es una habilidad invaluable.
Cada contratiempo es una oportunidad para demostrar nuestra capacidad de adaptación y nuestra determinación. Así que, la próxima vez que te enfrentes a un día lleno de desventuras, recuerda que tienes el poder de darle la vuelta a la situación con una sonrisa y una buena dosis de humor. Nosotras terminamos el día con un refrigerio (bueno una cervecita..), en una terraza, sin coche y sin azulejos, pero no parábamos de reír! Al final, tendríamos el coche y tendríamos los azulejos, pero no ese día!
¡Disfruta del camino!
Natalia N.P.