16 de diciembre de 2024
En mi mundo, las sincronicidades son el pan de cada día. Con humor y simplicidad, quiero contarles cómo un fin de semana en mi local se convirtió en una serie de situaciones hilarantes y llenas de coincidencias.
Todo comenzó cuando decidí organizar talleres con distintas actividades en el local. Como buena emprendedora con pocos recursos, había contratado una tarifa valle con menor potencia eléctrica, ya que los fines de semana solía tener el local cerrado. Pero ahora, con el local más activo y lleno de vida los fines de semana, ese pequeño detalle se me había escapado.
El resultado: ¡la luz se iba continuamente justo antes de iniciar los talleres! Imagina verme corriendo de un lado a otro, conectando y desconectando aparatos de calor, cafeteras y cualquier cosa que pudiera estar chupando energía. A mitad de la mañana, después de varios intentos fallidos, me acordé de las potencias contratadas. ¡Eureka! Ahora sabía qué conectar y qué no para salir del paso.
Pero la aventura no terminó ahí. Al día siguiente, teníamos programado un taller de costura y traerían máquinas de coser. ¡Menudo susto! Temía que estas máquinas consumieran más energía que un electrodoméstico. Sin embargo, para mi alivio, descubrí que las máquinas de coser consumen menos energía de lo esperado. Así que pudimos realizar el taller sin problemas y todo salió a pedir de boca.
Y por si fuera poco, el sábado por la tarde, después de los talleres, me fui a casa a comer y salí rápidamente al ensayo para los carnavales (¡estoy en una comparsa!). Me llevé la tarjeta para el autobús, pero se me olvidó coger dinero. Eso sí, el móvil y los auriculares los llevaba... en fin, ¡¡¡sin comentarios!!!. Cuando bajé del bus, me di cuenta de que me quedaba menos de un euro y posiblemente no me dejaría regresar a casa luego.
Cuando terminé el ensayo, me fui a la parada del bus y, al llegar, vi a una compañera de la comparsa. Al subir al mismo bus, efectivamente, me rebotó la tarjeta. Por suerte, mi compañera me prestó dinero para poder viajar. ¡Fue mi salvadora en ese momento! De lo contrario, tendría que haber caminado una hora para llegar a casa. Ya lo he hecho en otras ocasiones y como relax para ser consciente del camino, sin embargo, la verdad es que llevaba todo el día sin parar y ya eran casi las siete de la tarde. Mi ángel salvadora posibilitó que llegara antes. Aunque al llegar, mi pareja me pidió que le acompañara al centro comercial, así que, vuelta a salir y finalmente regresar a las diez de la noche a casa para caer rendida y volver a levantarme temprano para preparar el taller del domingo. ¡Qué nervios!
En fin, la vida es un recordatorio de que, a veces, las sincronicidades y los pequeños detalles pueden convertir un día ordinario en una aventura extraordinaria. Y con humor y simplicidad, siempre se encuentra la manera de salir adelante.
¡Disfruta del proceso y sigue avanzando! ¡Y no olvides el humor! Ayuda y mucho a percibir lo que nos sucede, de la mejor manera posible.
Con gratitud,
Natalia P.V.