Desobedecer al cuerpo también es suerte (pero de la mala)
Antes de que llegaran las vacaciones, me caí dos veces. Literalmente. – Y aunque me levanté rápido —como buena profesional entrenada en caídas elegantes—, algo dentro de mí se quedó tumbado. Agotada mentalmente, seguí empujando la agenda, los compromisos, los “solo un poco más”. Porque claro, si no lo haces tú, ¿ quién lo va…